YayBlogger.com
BLOGGER TEMPLATES

sábado, 23 de noviembre de 2013

Rompecabezas de un millón menos dos piezas.

Qué melancólico pensar, que a veces no nos complementamos tan bien...

Que triste pensar en mis semanas sin hablarte... ¿Me imaginas?

Y es que me apaga el hecho de saber que una persona como yo, no será nunca suficiente para alguien como tú.
Y que, desgraciadamente, alguien como tú es más que suficiente para alguien como yo.

A veces, me gusta imaginar, pensar, soñar que tú también quieres estar conmigo... Que te basto, que mis medidas encajan en tu pecho...
Pero no.

Entiendo que soy mucho más pequeña que el vacío que deseas llenar.
Pero yo no te alcanzo, me quedo corta.

Es por eso que este juego se detiene siempre... Este juego de hacernos daño y luego comernos a besos y mordidas. Siempre hacemos trampa.

Siempre somos la mitad de las cosas que queremos ser. Y nos dividimos en octavos para todo lo demás.

Y a veces, nos medio queremos, nos medio extrañamos, nos medio pensamos...
Pero, a veces somos la pieza completa.

Y jugamos bien.

Y ganamos.

Y nos queremos.

Y nos extrañamos.

Y nos somos suficientes.

Y nos alcanzamos mutuamente. (Tú a mi, y yo a ti)

Y encajamos, y permanecemos.

¿A qué estamos jugando?

martes, 15 de octubre de 2013

Ventana

Entre tanto, y tan poco, me he dado cuenta que me he transformado en alguien diferente, pero igual a mí en mi más mismísima identidad propia. 

Me gusta encerrarme muy profundamente dentro de mí.
Ahí lo creo todo. Me creo todo.
Soy yo, siendo yo. 
No sé si temerme, no sé si amarme u odiarme.

He cambiado tanto, que no he cambiado en lo más mínimo.

Todo ha empezado a salir esporádicamente, como estrellas explotando, creando pequeñas partículas, dispersas en un universo al que me gusta ponerle mi nombre. 

(Y es que son estas partículas estelares, las que logran iluminar un interior tan fluctuante como el mío)

No sé si me extraño -si es que puedo decir que "me" extraño- 

Me gusta -y me aterra un poco- la idea de haber sido siempre esto.

Tan visceral, tan paradójica, tan inestable.

Me gusta encontrarme, fuera de mis cabales. Sin cordura... Qué desastre.

En mi propia fiesta interna donde todo es caótico y catártico a la vez.

Donde, irónicamente, muchas veces me pierdo. 
No encuentro salida entre tantas puertas externas, tantas cerraduras, tantas posibles realidades que no quiero reconocer. 

Soy peor de lo que creía.
Tan complicada, tan caótica.
Soy tanto, que al final no soy nada.

Imposible de definir. 

martes, 8 de octubre de 2013

Poema en azul

Te veo en el cigarro que se consume solo, que se fuma solo. 

En el último trago de vodka en el vaso, que ya está un poco tibio.  

En el café de la mañana, cuando se toma frío. 

Y en el llanto, como excusa para poder dormir. 


Tú eres azul, como este poema. 


Como ese segundo en que se me detiene el corazón porque me dices que me amas... Y te creo. 

Como eso que siento cuando despierto en las mañanas, y quiero que anochezca de nuevo, porque sé que si me duermo puedo verte. 

Eres como esa sensación de escalofrío, desde la punta de los pies hasta las pestañas. 

Te siento, te veo, te extraño, te quiero y te necesito. 


Y es que sin pensarlo te busco siempre... 

Te busco en el cigarro que se me consume. 

En el último trago de vodka. En el café de la mañana. 

Y en las noches, para dormir. 


Te busco sin querer. 

Sin querer buscarte. 

Sin querer encontrarte. 

Pero siempre te busco, y cuando te encuentro... 

Me encuentro.

viernes, 21 de junio de 2013

Equinoccio.

Causas en mí el mismo tipo de efecto que el de observar el atardecer del primer día del solsticio de verano.
Para mí eres calma, paz, tranquilidad y armonía.

Cuando sonríes, podría jurar que puedo sentir como mi mente se llena de todos los colores que se ven a medida que cae la noche, y se llena de estrellas porque te veo feliz.

Tu voz tiene un efecto sinestésico, abrumador, que me recorre todo el cuerpo con cada palabra, me da escalofríos, me hace temblar de fascinación.

Cada vez que te veo, es como si todo se oscureciera por un instante, y aparecieras en un crepúsculo diminuto, en este mundo terrible al que le das luz con tu simple existencia. No sabes lo feliz que me hace que no haya nadie como tú.

Me encanta cuando te tengo cerca, muy cerca, y te siento, de todas las formas. Te percibo, te observo, siento tu energía, tus miradas, tu respiración, tus labios, tus pestañas... Tú.

Quédate así de cerca, no te separes, no me faltes nunca... Que te necesito, como la luna necesita al sol para brillar cada noche.

Quédate en mis días, en mis noches.

Quédate en todo momento, cada minuto, cada segundo.

Quédate aquí, justo donde estás ahora.

Y no te vayas.

No te vayas nunca.




martes, 14 de mayo de 2013

El cristal con que me mires.

Me encontraba tan frágil como una aguja de cristal, que se quebraba todo el tiempo después de coser tus heridas abiertas. Sólo esperando que alguien como tú pudiera repararme.

Debía arreglarme, me sentía rota, quebrantada.
Quebrada en mil millones de pedazos, y cada uno era diferente.

Pero ya nadie nota los pequeños pedazos de cristal brillando en el aire antes de caer.
Y todos estaban tan arriba, todo era tan grande que sentí temor de que me observaran, ahí tan pequeña... 

Pero no se puede evitar lo inevitable.

Alguien tenía que cortarse.

Sin embargo, ¿quién recogería tal desastre después?
Me pregunté si alguien estaría dispuesto a recoger cada pedazo, cada pieza, una por una.
Por suerte, -no para mí, siempre estallé fuera. Fuera de todo lo tuyo, muy dentro de todo lo mío, y no mientras intentaba ser yo quien te reparaba a ti.

A veces creo que mis garantías ya caducaron, y que ya no hay quien esté dispuesto a ubicar cada pieza en su sitio. Yo ya lo intenté y fallé las veces suficientes.

Nadie quiere un artículo desgastado y que no funciona.

Una noche más, una última vez...

Obsérvame con detenimiento y dime si te atreverías a mirar a través del cristal.

Aire y vacío.


Quizás esté evaporándose el sentimiento, y se escapa por las ventanas abiertas. Pero quién podría negarte escapar, si la llave siempre la has tenido tú. Y yo te esperaba, y esperaba... Y desesperaba.

Te esperaba cada noche, justo donde sabías que me encontrarías siempre que quisiera escapar y existir diferente...

Sentada en la cornisa, te esperaba para que extendieras tu mano hacia mí, invitándome a entrar,  Antes de saltar. Quería lanzarme al vacío. Ese sería mi escape, mi salida.

Estaba segura de que el vacío a mi alrededor encajaría con el que se encontraba en mi interior.

Cada vez me acercaba más al borde, y miraba el cielo, a las estrellas y la luna, les pedía que me llevaran. Sentía el viento rozar mis mejillas, el aire era frío, más frío que nunca. Le pedía que tomara todo el aire dentro de mí y lo asfixiara... Y lloraba.

Las lágrimas caían una a una, eran pensamientos que no querían seguir existiendo. Y mi mirada estaba tan perdida como yo.

Entonces extendí mis brazos, quería tocar las estrellas, quería tener luz propia. 
La que tuve antes se marchaba contigo cada vez que me dejabas.



Estaba a punto de caer, y miré hacia atrás para ver si estabas ahí... Pero no fue así, tú no podías ni siquiera imaginar lo que pasaba.

Me dejé caer, sabía que tendría el cielo más lejos, pero podía imaginar que pronto sería un pequeño espacio de luz.

Sin embargo, me detuve en el aire, a diez metros del suelo, el tiempo había dejado de correr porque ya no lo contaba desde hace mucho. Me detuve porque creí haberte visto asomándote por la ventana para ver si todavía me encontraba ahí... No estaba segura, ni lo estuve alguna vez, ni lo estoy ahora... -Quizás nunca.

Pero el tiempo no se detiene, jamás. 

No me dejes caer.


Dondequiera que te encuentres.

Acurrucada en mi cama; en mi pecho, una parte de ti. Casi puedo sentirte.
Puedo recordar tus abrazos, esos, llenos de energía.

Acurrucada entre tus brazos, que me protegen, y me cubren de todo.

En ese lugar, ese espacio, donde logras transportarme hacia miles de universos.
Donde no tengo miedo.
Justo donde te necesito.
En la distancia perfecta.
Ese lugar, donde logro darme cuenta que , amor...

  Siempre serás mi hogar.

viernes, 15 de febrero de 2013

Sólo así.


Enamorarse de las palabras, antes que los labios.
De las miradas, antes que los ojos.
Enamorarse de las fallas, las inseguridades y los errores, antes de ver todo lo hermoso.
Enamorarse, empezando desde el final.
Enamorarse desde adentro hacia afuera.
De cada gesto, cada frase, cada mala maña.
Enamorarse hasta de lo más absurdo.
De el ritmo de su respiración, y el de los latidos de su corazón.
De la rapidez con la que habla. 
De su voz.
De la manera en que acomoda su mano con la tuya.
Enamorarse de la electricidad recorriendo ambos cuerpos, incluso antes del contacto.
De las distancias recorridas con sus dedos a lo largo de tu cuerpo.
Enamorarse de los momentos.
De los puntos de vista. 
De cursilerías como ésta.
Enamorarse hasta lo más profundo, sin necesidad de cuestionarte.

Enamorarse, pero de verdad.

Sin remedio.

Te quiero... No puedo evitarlo. 

Aunque me hagas daño y me lastimes. 
Aunque me hagas desvelarme. 
Aunque me desconcetres constantemente. 
Y se me escape tu nombre entre palabras. 

Te quiero. 
A pesar de lo que has hecho. 
A pesar de los movimientos que haces en tus juegos. 
A pesar de tus fallas, tus errores. 
A pesar de que no eres un ser humano perfecto. 

Te quiero. 
Incluso cuando no te tengo. 
Incluso te quiero al odiarte. 
Incluso más que a mí misma, muchas veces... 

¿Por qué? 
 ¿Por qué te quiero tanto?

miércoles, 30 de enero de 2013

El poema más corto:

Tú.

uno.

No, no sé.

No sé si en realidad te extraño, no sé si me haces tanta falta.

No sé si es así, porque de hecho, no te has ido, sigues aquí.


Creo que extrañaba más la tranquilidad y la calma. Pero la verdad, sé que no lo puedo negar, porque sí, sí te extraño, creo.

O quizás lo que extraño es mi antiguo yo, o más bien, esa parte de mí, esa que ahora es tan abstracta y que no reconozco.


Esa parte que dediqué a ti... Lo mejor de mí.

 Pero no me pertenecías, ni me perteneces. Por más que yo lo hubiese deseado.

 No soy capaz de cruzar caminos, ni de cambiar tu historia, pero a lo mejor no es el momento, o no debo hacerlo, o no depende de mí, o simplemente no sucederá...

Por ahora, quedan las divagantes suposiciones en mi mente, que van y vienen como les place, como un boomerang.

Es como meter incertidumbre, tranquilidad, desesperación, euforia, deseo, placer y tristeza en una licuadora.


Quizás extrañe a quien creí que eras, o lo que creí que existía entre tú y yo... No lo sé.

Pero siempre fue así, un tú Y yo. Nunca como uno solo, más bien como complemento.

Y de todas formas, estoy segura que estoy mucho mejor así.
Aunque, igualmente, seguir conociéndote es lo que yo llamaría una experiencia de altibajos. Y no me molesta.

Entonces aquí estoy, de montaña rusa. En un punto que parece ser el aire.

Y al final no. No sé qué tanto te extraño.

lunes, 7 de enero de 2013

Gritaré en tus sueños.

Me has masticado y escupido varias veces.

Me has ingerido, digerido y vomitado mil veces en el suelo. 

Yo he sido tan volátil como una hoja de papel. Una que garabateaste y guardaste en tu bolsillo; que luego de un tiempo sacaste de nuevo a la luz, sólo para ver que ahora estaba arrugado y roto, así que lo desechaste.

Pero ahora es mi turno, ésta vez voy a reciclar tus acciones, y aunque no logré hacer ni siquiera un punto entre tus páginas, prometo que mi nombre estará escrito en la contraportada.

Toma una fotografía mental de quien estabas seguro que te creía muerto, porque no me olvidarás, seré el escalofrío recorriendo tu espalda en una noche helada, seré tu reflejo en el agua cuando llores y laves tu cara, ahí estaré, para ti.

Pero no desesperes, no lo veas de manera negativa, yo no pienso influir en tu vida con intenciones ocultas o con daños colaterales.

Y recuerda que a pesar de todo, y por suerte, yo no soy como tú.

Ahora, respira, descansa. 
Que yo seré el aire helado que entra por tu nariz, y gritaré en tus sueños.