YayBlogger.com
BLOGGER TEMPLATES

sábado, 24 de enero de 2015

(Carta sin destinatario)

No me subas hasta el cuello

 por la espina dorsal, con tus dedos

como si fuese una escalera

No te me rompas entre las costuras, ni en los recuerdos, ni en los abrazos

No me cuentes las pestañas

Ni me dejes tenerte a milímetros

Porque tienes la habilidad de armarme y destruirme el mundo como te da la gana 
con tan sólo tocarme

Contigo lo tengo todo,
y a la vez
no tengo nada

Eso eres
(En eso te convertiste)

El universo y el agujero negro

Y en eso me transformaste...

en todo, en nada.

Ya después de tanto, volveremos a caminar con normalidad, supongo

Ya no nos vamos a esperar.

Ni menos, ni más.

No voltearé la cabeza para ver si me sigues el paso, ni te tomaré de la mano para que me lleves a donde te plazca

Ya no más

Ya no te cantaré melodías desde detrás de la garganta.

tu voz ya no me retumba entre las cuerdas vocales.

No voy a morderte las sonrisas.

Ni a sonreírte por los mordiscos.

ni las miradas, ni los besos

Porque, mi amor…
¿qué puedo hacer?
Si tú me quieres un mundo

Pero yo te quiero un universo entero

sábado, 23 de noviembre de 2013

Rompecabezas de un millón menos dos piezas.

Qué melancólico pensar, que a veces no nos complementamos tan bien...

Que triste pensar en mis semanas sin hablarte... ¿Me imaginas?

Y es que me apaga el hecho de saber que una persona como yo, no será nunca suficiente para alguien como tú.
Y que, desgraciadamente, alguien como tú es más que suficiente para alguien como yo.

A veces, me gusta imaginar, pensar, soñar que tú también quieres estar conmigo... Que te basto, que mis medidas encajan en tu pecho...
Pero no.

Entiendo que soy mucho más pequeña que el vacío que deseas llenar.
Pero yo no te alcanzo, me quedo corta.

Es por eso que este juego se detiene siempre... Este juego de hacernos daño y luego comernos a besos y mordidas. Siempre hacemos trampa.

Siempre somos la mitad de las cosas que queremos ser. Y nos dividimos en octavos para todo lo demás.

Y a veces, nos medio queremos, nos medio extrañamos, nos medio pensamos...
Pero, a veces somos la pieza completa.

Y jugamos bien.

Y ganamos.

Y nos queremos.

Y nos extrañamos.

Y nos somos suficientes.

Y nos alcanzamos mutuamente. (Tú a mi, y yo a ti)

Y encajamos, y permanecemos.

¿A qué estamos jugando?

martes, 15 de octubre de 2013

Ventana

Entre tanto, y tan poco, me he dado cuenta que me he transformado en alguien diferente, pero igual a mí en mi más mismísima identidad propia. 

Me gusta encerrarme muy profundamente dentro de mí.
Ahí lo creo todo. Me creo todo.
Soy yo, siendo yo. 
No sé si temerme, no sé si amarme u odiarme.

He cambiado tanto, que no he cambiado en lo más mínimo.

Todo ha empezado a salir esporádicamente, como estrellas explotando, creando pequeñas partículas, dispersas en un universo al que me gusta ponerle mi nombre. 

(Y es que son estas partículas estelares, las que logran iluminar un interior tan fluctuante como el mío)

No sé si me extraño -si es que puedo decir que "me" extraño- 

Me gusta -y me aterra un poco- la idea de haber sido siempre esto.

Tan visceral, tan paradójica, tan inestable.

Me gusta encontrarme, fuera de mis cabales. Sin cordura... Qué desastre.

En mi propia fiesta interna donde todo es caótico y catártico a la vez.

Donde, irónicamente, muchas veces me pierdo. 
No encuentro salida entre tantas puertas externas, tantas cerraduras, tantas posibles realidades que no quiero reconocer. 

Soy peor de lo que creía.
Tan complicada, tan caótica.
Soy tanto, que al final no soy nada.

Imposible de definir. 

martes, 8 de octubre de 2013

Poema en azul

Te veo en el cigarro que se consume solo, que se fuma solo. 

En el último trago de vodka en el vaso, que ya está un poco tibio.  

En el café de la mañana, cuando se toma frío. 

Y en el llanto, como excusa para poder dormir. 


Tú eres azul, como este poema. 


Como ese segundo en que se me detiene el corazón porque me dices que me amas... Y te creo. 

Como eso que siento cuando despierto en las mañanas, y quiero que anochezca de nuevo, porque sé que si me duermo puedo verte. 

Eres como esa sensación de escalofrío, desde la punta de los pies hasta las pestañas. 

Te siento, te veo, te extraño, te quiero y te necesito. 


Y es que sin pensarlo te busco siempre... 

Te busco en el cigarro que se me consume. 

En el último trago de vodka. En el café de la mañana. 

Y en las noches, para dormir. 


Te busco sin querer. 

Sin querer buscarte. 

Sin querer encontrarte. 

Pero siempre te busco, y cuando te encuentro... 

Me encuentro.

viernes, 21 de junio de 2013

Equinoccio.

Causas en mí el mismo tipo de efecto que el de observar el atardecer del primer día del solsticio de verano.
Para mí eres calma, paz, tranquilidad y armonía.

Cuando sonríes, podría jurar que puedo sentir como mi mente se llena de todos los colores que se ven a medida que cae la noche, y se llena de estrellas porque te veo feliz.

Tu voz tiene un efecto sinestésico, abrumador, que me recorre todo el cuerpo con cada palabra, me da escalofríos, me hace temblar de fascinación.

Cada vez que te veo, es como si todo se oscureciera por un instante, y aparecieras en un crepúsculo diminuto, en este mundo terrible al que le das luz con tu simple existencia. No sabes lo feliz que me hace que no haya nadie como tú.

Me encanta cuando te tengo cerca, muy cerca, y te siento, de todas las formas. Te percibo, te observo, siento tu energía, tus miradas, tu respiración, tus labios, tus pestañas... Tú.

Quédate así de cerca, no te separes, no me faltes nunca... Que te necesito, como la luna necesita al sol para brillar cada noche.

Quédate en mis días, en mis noches.

Quédate en todo momento, cada minuto, cada segundo.

Quédate aquí, justo donde estás ahora.

Y no te vayas.

No te vayas nunca.




martes, 14 de mayo de 2013

El cristal con que me mires.

Me encontraba tan frágil como una aguja de cristal, que se quebraba todo el tiempo después de coser tus heridas abiertas. Sólo esperando que alguien como tú pudiera repararme.

Debía arreglarme, me sentía rota, quebrantada.
Quebrada en mil millones de pedazos, y cada uno era diferente.

Pero ya nadie nota los pequeños pedazos de cristal brillando en el aire antes de caer.
Y todos estaban tan arriba, todo era tan grande que sentí temor de que me observaran, ahí tan pequeña... 

Pero no se puede evitar lo inevitable.

Alguien tenía que cortarse.

Sin embargo, ¿quién recogería tal desastre después?
Me pregunté si alguien estaría dispuesto a recoger cada pedazo, cada pieza, una por una.
Por suerte, -no para mí, siempre estallé fuera. Fuera de todo lo tuyo, muy dentro de todo lo mío, y no mientras intentaba ser yo quien te reparaba a ti.

A veces creo que mis garantías ya caducaron, y que ya no hay quien esté dispuesto a ubicar cada pieza en su sitio. Yo ya lo intenté y fallé las veces suficientes.

Nadie quiere un artículo desgastado y que no funciona.

Una noche más, una última vez...

Obsérvame con detenimiento y dime si te atreverías a mirar a través del cristal.

Aire y vacío.


Quizás esté evaporándose el sentimiento, y se escapa por las ventanas abiertas. Pero quién podría negarte escapar, si la llave siempre la has tenido tú. Y yo te esperaba, y esperaba... Y desesperaba.

Te esperaba cada noche, justo donde sabías que me encontrarías siempre que quisiera escapar y existir diferente...

Sentada en la cornisa, te esperaba para que extendieras tu mano hacia mí, invitándome a entrar,  Antes de saltar. Quería lanzarme al vacío. Ese sería mi escape, mi salida.

Estaba segura de que el vacío a mi alrededor encajaría con el que se encontraba en mi interior.

Cada vez me acercaba más al borde, y miraba el cielo, a las estrellas y la luna, les pedía que me llevaran. Sentía el viento rozar mis mejillas, el aire era frío, más frío que nunca. Le pedía que tomara todo el aire dentro de mí y lo asfixiara... Y lloraba.

Las lágrimas caían una a una, eran pensamientos que no querían seguir existiendo. Y mi mirada estaba tan perdida como yo.

Entonces extendí mis brazos, quería tocar las estrellas, quería tener luz propia. 
La que tuve antes se marchaba contigo cada vez que me dejabas.



Estaba a punto de caer, y miré hacia atrás para ver si estabas ahí... Pero no fue así, tú no podías ni siquiera imaginar lo que pasaba.

Me dejé caer, sabía que tendría el cielo más lejos, pero podía imaginar que pronto sería un pequeño espacio de luz.

Sin embargo, me detuve en el aire, a diez metros del suelo, el tiempo había dejado de correr porque ya no lo contaba desde hace mucho. Me detuve porque creí haberte visto asomándote por la ventana para ver si todavía me encontraba ahí... No estaba segura, ni lo estuve alguna vez, ni lo estoy ahora... -Quizás nunca.

Pero el tiempo no se detiene, jamás. 

No me dejes caer.